Como sabemos, muchos trastornos cardiacos y respiratorios se tratan con el dispositivo Inogen one, y la hipoxia e hipoxemia requieren de oxigenoterapia como la que ofrecen dichos dispositivos.
La hipoxia es una condición en la cual el suministro de oxígeno es insuficiente para las funciones normales del cuerpo, mientras que la hipoxemia es un estado en el que hay un suministro bajo de oxígeno arterial; en algunas publicaciones, estos términos se usan indistintamente, y aunque son distintos se relacionan. Con respecto a los síntomas de hipoxia e hipoxemia, estos pueden ser agudos o crónicos y varían en intensidad de leves a graves: los síntomas leves son: dificultad para respirar, respiración rápida y un ritmo cardíaco acelerado, mientras que los síntomas severos incluyen: inhabilidad para comunicarse, confusión, y posible coma o muerte súbita.
En general, la hipoxia y la hipoxemia se diagnostican mediante el examen físico y el uso de monitores de oxígeno (oxímetros de pulso), que determinan el nivel de oxígeno en una muestra de gas en sangre y pueden incluir pruebas de función pulmonar. Con respecto al tratamiento, se debe administrar oxígeno adicional al paciente o a la sangre lo más rápido posible con técnicas que varían ampliamente de acuerdo con la condición del paciente, pero que pueden incluir el suministro por cánula nasal mediante un generador de oxígeno portátil o estacionario, ventilación mecánica (intubación), cámara hiperbárica u otros dispositivos o medicamentos para abrir las vías respiratorias.
Cabe agregar que ambas enfermedades pueden prevenirse en algunas personas evitando las circunstancias que reducen la concentración de oxígeno en los ambientes o suministrando oxígeno antes de que aparezcan los síntomas.
Es probable que muchos de nuestros lectores se pregunten: ¿Qué factores causan hipoxia e hipoxemia? Las causas de la hipoxia, tanto ambiental como tisular, a menudo dan como resultado un estado intermedio de hipoxemia; por lo tanto, las causas de cualquier tipo de hipoxia también son causas potenciales de hipoxemia. Algunos de los factores más comunes son los siguientes:
- Intoxicación química o por gases, por ejemplo, cianuro, monóxido de carbono, etcétera.
- Concentración baja o ausente de oxígeno, por ejemplo, grandes altitudes alcanzadas sin oxígeno suplementario como se ve en el alpinismo, y la aviación, ahogamientos o incendios.
- Problemas pulmonares, por ejemplo enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfisema pulmonar, bronquitis, edema pulmonar, cáncer de pulmón, neumonía, apnea del sueño (hipoxemia nocturna), neumotórax, asma.
- Cualquier medicamento que reduzca o detenga el esfuerzo para respirar, por ejemplo, fentanilo y narcóticos.
- Problemas cardiacos, por ejemplo, bradicardia severa, fibrilación ventricular.
- Anemia y/o condiciones que destruyen los glóbulos rojos.
- Reducir o detener el flujo de sangre arterial a cualquier tejido por órgano, por ejemplo, obstrucción arterial por un coágulo o por una lesión como un disparo.
Como se mencionó al principio, los síntomas de hipoxia e hipoxemia pueden ser agudos o crónicos; además de los mencionados, hay otros síntomas asociados que pueden ocurrir en los casos agudos y crónicos, por ejemplo, sibilancias, transpiración, y tos. El individuo afectado puede estar también levemente confundido al inicio y parecer débil, asimismo puede experimentar cambios rápidos en el color de su piel que van del azul al rojo cereza (dependiendo de las causas).
Con respecto a los síntomas en pacientes pediátricos, estos pueden ser similares a los anteriores, e incluyen los siguientes: letargo, irritabilidad, ansiedad, desatento inatención, sentarse e inclinarse hacia adelante para mejorar la respiración diafragmática; además, los niños con epiglotitis y restricción de las vías respiratorias pueden babear y respirar principalmente por la boca. En cualquiera de estos signos se puede recurrir a dispositivos como los de Inogen one cuyos niveles de efectividad son bastante efectivos.
Ahora bien, ¿Cómo se diagnostican ambas condiciones? En general, la hipoxemia se diagnostica mediante monitores de oxígeno colocados en los dedos u oídos (oxímetro de pulso) y/o determinando el nivel de oxígeno en una muestra de gas en sangre (una muestra de sangre extraída de una arteria). Las lecturas normales son aproximadamente del 90% al 99% de los niveles de saturación de oxígeno; en general, se suministra oxígeno portátil o estacionario si el nivel es de aproximadamente 89% o menos. Asimismo, se pueden ordenar otros exámenes para determinar si otros problemas potenciales, como la intoxicación por monóxido de carbono, son responsables de la hipoxia. Las pruebas de función pulmonar también se ordenan junto con otros estudios para ayudar a determinar la causa de las bajas saturaciones de oxígeno que sean inexplicables.
Con respecto al tratamiento para la hipoxia y la hipoxemia, este consiste en administrar oxígeno adicional al paciente o a la sangre lo más rápido posible, especialmente si se sospecha hipoxia cerebral, o para tratar la causa subyacente del problema. Muchos pacientes responderán al oxígeno adicional suministrado por una cánula nasal, y mientras más rápido alcance el nivel de oxígeno normal, mejor será el pronóstico para el paciente; sin embargo, la atención veloz es muy importante en caso de hipoxia cerebral, pues puede ocurrir en pocos minutos y en muchos pacientes puede no ser reversible.
Algunos pueden ser tratados en una cámara hiperbárica que aumenta las concentraciones de oxígeno en la sangre (se usa en el envenenamiento por monóxido de carbono), mientras que otros pueden requerir ventilación mecánica (intubación) con oxígeno suministrado en concentraciones atmosféricas más altas que las normales. Otros pacientes, como escaladores o pasajeros de líneas aéreas, pueden necesitar sólo oxígeno adicional proporcionado por máscaras de oxígeno hasta que alcancen niveles más bajos donde las concentraciones de oxígeno estén más cerca de los niveles normales (alrededor del 21%) en la atmósfera. Sin embargo, se debe tener cuidado al administrar oxígeno, ya que puede ser tóxico para los tejidos si se usa en exceso (hiperoxia).
La hiperoxia puede causar vértigo; cambios de comportamiento, cambios en el sistema nervioso central, como convulsiones y/o daño tisular que pueden derivar en neumonía, cambios en los ojos como cataratas y otras patologías orgánicas. Cabe agregar que la hiperoxia puede ocurrir en pacientes sometidos a terapia hiperbárica o en pacientes de UCI a largo plazo.
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